EL MONTEPÍO DURANTE LA REPÚBLICA

El 12 de abril de 1931, al conocerse los resultados electorales, por las calles de la ciudad de Valencia la gente se abrazaba, se besaba, sin conocerse, sin haberse visto jamás, escribía el diario El Mercantil Valenciano sobre la proclamación de la Republica en una villa como Valencia de arraigado republicanismo. Fueron cerca de 40.000 votos y 32 concejales republicanos y socialistas frente a 13.000 votos y 16 concejales monárquicos y derechistas. Si a lo largo de los años la Republica se había convertido en un mito, sus entusiastas partidarios pensaban que seria cosa de llegar y solucionarse todos los problemas. Algo así debieron pensar la Junta Directiva que se reunió el 25 de abril de aquel mágico año. El ambiente general de euforia y esperanza también se alcanza a intuir claramente en el acta de la sesión que dice así:

“… se abrió la sesión a las siete y cuarenta de la tarde, presidiéndola el señor Alcalá. El secretario manifiesta que proclamada la Republica en España en el 14 del presente mes y hallándonos en periodo de renovación y cambios de procedimientos seria oportuno dirigirse al Ministerio de Hacienda solicitando la concesión de una participación en el producto de las subvenciones para el Montepío, antigua aspiración de este que de conseguirse, aunque fuera muy restringida, supondría un adelanto enorme.”

Durante esta nueva etapa el Montepío trata de desarrollar nuevas actividades y propuestas de cara a sus asociados. Estudia la posibilidad de poner en marcha una tarjeta para establecimientos comerciales con descuento para los socios y discute largamente la posibilidad de promocionar casas baratas para los afiliados al Montepío. Este proyecto se descarta finalmente. Por ultimo hay que reseñar la provisión en 1931 de una beca de estudio para un socio o hijo de socio por la Asociación Naviera Valenciana. La beca consistía en el pago por dicha entidad de matriculas y libros hasta la finalización de la carrera elegida por el aspirante. La Asociación también realiza estos años varias cuestaciones para sufragar, junto a otras entidades civicas, campañas tales como la lucha contra la tuberculosis o el apoyo a un fondo para los obreros sin trabajo. El Montepío, aunque alejado de las luchas políticas y sindicales de aquellos años, tampoco podía estar al margen del nuevo contexto sociopolítico.

Pero en aquella nueva etapa dos cuestiones parecen centrar la preocupación del Montepío. En primer lugar, la escasa asistencia que ahora se produce en las asambleas generales. en la de 1932 la documentación la cifra en 32 socios. Se discutirá largo y tendido sobre la posibilidad, al final descartada, de multar con una peseta las faltas de asistencia a dichas juntas. Esta cuestión será recurrente con el transcurso del tiempo. En noviembre de 1942 leemos en el acta como se solicita de la Junta “ que después de la aprobación de la memoria se cierre la puerta para evitar la salida de buen numero de asociados”. Al final se adoptara unas sanciones por falta de asistencia no justificada de una peseta por asamblea general ordinaria. El otro tema es el mantenimiento de los sellos benéficos al comprobarse que, en algunas empresas, los asociados no propiciaban su utilización.

El Montepío prosigue su ofensiva sobre las nuevas autoridades republicana para lograr mejoras. es el caso de su petición de que se les exima de los impuestos sobre los bienes de las personas jurídicas. La Junta Directiva viajara mas de una vez a Madrid durante 1933 y 1934 para lograrlo. La documentación da cuenta en julio de 1934 de que por fin se alcanzo dicho objetivo.

Otro signo de los nuevos tiempos es la participación de las mujeres en el Montepío. El acta del 22 de enero de 1933 señala como “ por primera vez señoritas socias han honrado con su presencia una Junta General ”, solicitando algunos asistentes que se creara una Vocalía Femenina.

El capital social del Montepío estos primeros años de la Republica asciende a 250.000 pesetas. Un capital suficiente para dar curso a unos de los objetivos fundacionales del Montepío, aportar jubilaciones a sus socios. Lo que sucede precisamente en 1933 cuando el Montepío acogerá a sus primeros seis jubilados. Ramón Alcalá nos facilita su nombre y nos parece de justicia traerlos de nuevo aquí como el inicio de la larga serie de jubilados del Montepío:

  • José Garijo Carpio
  • Serapio Sala
  • Vicente Marzal Izquierdo
  • Manuel Miralles Gras
  • Francisco Belenguer Quiles
  • Vicente Tárrega Gimeno

Y prosigue Ramón Alcalá, “ fue aquella fecha de 1933 día de jubilo para el Montepío, que vio convertido en realidad uno de sus mas anhelados fines y para celebrarlo se reunieron gran mayoría de socios que con los directivos a la cabeza obsequiaron con fraternal banquete a sus primeros jubilados”.

De todos modos los problemas también se presentaron con fuerza. Especialmente el desempleo fue un azote estos años. Son muchos los socios que están cobrando los escasos subsidios de paro y esto mengua los fondos para atender las pensiones de jubilación, las ayudas para incapacidades y subsidios por fallecimiento. En enero de 1934 la Mutua de Accidentes del Puerto de Valencia adopta la decisión a petición del Montepío de atender a los socios del mismo. Incluso la Junta directiva asume ser mas tolerante con los socios que no pagan sus cuotas al estar en desempleo. hay gesto como el del directivo Sr. Morales que no puede asistir a una Junta General en abril de 1934 y acompaña la carta en que excusa su presencia con dos pesetas en sellos, uno en calidad de socio y otra en calidad de directivo.

La Junta Directiva en 1934 esta formada por los siguientes personas:

  • Presidente: Manuel Puigcerver Soler
  • Vicepresidente: Rogelio Chiner Fito
  • Secretario: Jerónimo Salvador Samper
  • Vicesecretario: José Pérez Soriano
  • Tesorero: Mariano Ballester Pastor
  • Contador: Rafael Morales San Martín
  • Vocales: Carmelo Ballester Sancho, Manuel Marti Sánchez, Peregrín Olcina Gimeno

Durante 1934 el Puerto de Valencia vivió jornadas de enfrentamientos entre trabajadores y fuerzas de seguridad.

La ultima acta del Montepío en la época republicana es de 31 de diciembre de 1934. En ella se consigna como temas mas importantes que el Colegio Oficial de Aduanas aportara al Montepío mil pesetas anuales en lugar de las quinientas de su cuota de socio protector. Se acuerda comprar un obsequio al abogado Ramón Alcalá Laval por su colaboración desinteresada con el Montepío. y leemos por ultimo “ así mismo se acuerda celebrar una junta general extraordinaria para acordar respecto a subsidio por fallecimiento que proponen algunos socios que debió celebrarse y que se aplazo en virtud de que los acontecimientos políticos-sociales no aconsejaban solicitar de las autoridades permiso para su celebración”. Efectivamente nuestro país vivió en aquel año de 1934 acontecimientos como la Revolución de Asturias o en Valencia importantes movimientos huelguísticos como el que vivió el puerto de Valencia en el invierno de aquel año que incluso obligo a dimitir, según informaba la prensa de entonces, al gobernador de la ciudad, Aguilera Arjona. El motivo de la huelga es la propuesta sindical de crear una figura laboral de contador en el puerto que la patronal considero innecesaria y la Alianza Obrera convoco una huelga general que fue contestada por el despliegue masivo de los guardias de asalto y Ejercito que tomaron literalmente el barrio marítimo.

La desaparición del libro de actas que recorre diciembre de 1934 hasta agosto de 1939 hace muy difícil una reconstrucción histórica. Nuestro conocimiento de estos años se reduce a los Estatutos y Reglamento del Montepío que conservamos con fecha de 29 de noviembre de 1936 y algunos comentarios retroactivos sobre esta etapa. ¡Que terrible escasez de información!

Los Estatutos y Reglamentos que rigieron el Montepío durante la guerra a tenor de este documento son muy similares a los anteriores. El domicilio social de la entidad estuvo radicado en la Calle de la Libertad, numero 12, en el mismo puerto de Valencia (actual Calle la Reina). Esta ubicación será motivo de que los duros bombardeos a que fue sometido el Puerto de Valencia por la aviación franquista e italiana con base en Mallorca también ocasionara desperfectos en la propia sede.

Como novedades mas significativas de estos Estatutos hay que resaltar que precisan mas quienes pueden pertenecer al Montepío. Esta cuestión estuvo presente en algunas discusiones en el seno de las juntas directivas y asambleas generales pues para algunos socios el Montepío debiera delimitar con precisión los empleos que pueden acceder al mismo dado que hay afinidades laborales discutibles. De este modo en 1936 los estatutos señalan que pueden formar parte de la entidad “ todos los empleados de ambos sexos que constituyen la dependencia de las agencias de aduanas y comisionistas de transito y consignatarias de buques. También podrán formar parte del Montepío los dependientes de armadores o navieros que actúen exclusiva o preferentemente como empresas de transportes marítimos y los dependientes de las asociaciones patronales mencionadas al principio de este articulo, es decir el Colegio Oficial de Agentes y Comisionistas de Aduanas y la Asociación Naviera Valenciana.” (articulo primero). Otro aspecto notable de cambio son las cuotas que en general bajan. Hasta los diecisiete años están exentos de cuota de entrada y la mínima es de 50 pesetas y la máxima de 100 pesetas. Se consigna que pueden pagarse a plazos. Las cuotas de los socios también bajan, siendo ahora la mínima de 3 pesetas a una máxima de 10 pesetas. Por ultimo señalar que este documento esta firmado por el presidente, Juan Francisco Sanmateo, y el secretario, Francisco Infante. Siendo pues los únicos cargos del Montepío del que conocemos sus nombres.